Magnífica visión, espuma consistente con un toque fantástico de color, un leve toque de cacao flota manchando con descaro la blanca espuma. Acompañado por una galletita sabrosa, la que como cada vez, mi vástago me roba al verla.
Al acercarlo a mi boca noto perfectamente el grosor de su generosa espuma, no tarda en llegar el café a mis labios, no caliente pero tampoco frío, la sensación es templada. Su aroma transmite confianza y su color negro se libera de su oscuridad, el sabor deleita mi paladar y hace bailar a mis papilas, mi lengua es feliz por unos momentos. Entonces empiezo a oír esos violines colgados en sus paredes, la melodía que tocan multiplican la excitación que siento, un agradable bienestar recorre mis sentidos hasta llegar a un punto en el que parece que desaparezco de este mundo.
Gran café, pero eso no es todo, al acabar mis ojos se fijan en el fondo de la taza, ha quedado un esbozo de suave espuma, no puedo evitar el usar mi cucharilla para acabar de degustar esa maravilla.